sábado, 19 de enero de 2013

Salmón transgénico estadounidense: avanza hacia su comercialización?


Esta noticia, pescada del diario El País, de España, es de hace unas semanas. Debate arduo  y actual si los hay, este del consumo de alimentos transgénicos. 

Pero debate necesario. La industria acuícola se desarrollará más rápuido y más consistentemente si es más eficiente. La "tecnología" (que no solo son máquinas sino también procesos) podría aportar  a esta necesidad de aumento de eficiencia. Se pueden obtener mayores crecimientos que los que se alcanzan con las técnicas actuales de manejo? Cómo responderán los consumidores a esta oferta?
Veamos cómo sigue...

El salmón transgénico, a punto de ver la luz después de 23 años de exámenes

Un salmón transgénico, el más grande, junto a uno salvaje de su edad. / AFP
EEUU concluye que el primer animal modificado para  no daña la salud ni el 
entorno. Gracias a la biotecnología, crece el doble de rápido que los ejemplares salvajes.

El salmón transgénico que desde hace 23 años desarrolla una empresa estadounidense acaba de superar el 
penúltimo obstáculo antes de llegar a los platos. La  de Alimentación de EE UU (FDA) ha concluido que esta 
especie, que crece el doble de rápido que el salvaje gracias a la ingeniería genética, no afecta al medio ambiente. 
La FDA ya dictó en 2010 que comerlo es seguro y ahora dice que aunque se escapara algún ejemplar de las
 piscifactorías, al estar esterilizados y en aguas cálidas, es “extremadamente remoto” que sobrevivieran. 
Aunque no hay plazos para la aprobación, este era uno de los últimos escollos para el que sería el primer animal
 creado con ingeniería genética para consumo. Sí hay muchos animales modificados genéticamente para 
experimentación.
Después de décadas de consumo de cultivos transgénicos, los animales transgénicos para alimentación siguen 
atascados. La prueba es el salmón desarrollado por la empresa estadounidense Aquabounty en 1989. 
A este salmón se le han introducido dos modificaciones genéticas. La primera es un gen que regula la  
de la hormona del crecimiento de uno de sus primos, el salmón gigante (Oncorhynchus tshawytscha).
 Además, un “interruptor genético” permite al salmón producir esta hormona durante todo el año, mientras que el 
salvaje tiene reprimida la producción durante los meses de invierno.
El resultado, según la empresa que lo produce, es que el salmón tarda 18 meses en alcanzar los  gramos 
(en vez de los 30 meses que tardan los salvajes).
Después de 15 años de papeleos en Estados Unidos, 
Aquabounty consiguió en 2010 que la FDA dijera que
 su consumo era seguro. El argumento de la empresa
 es que no puede haber problemas porque la hormona
 es similar a la que tienen los salmones salvajes y que
 ya se consumen con naturalidad. “La FDA ha concluido 
que el consumo del salmón Aquadvantage es tan seguro
 como el salmón atlántico convencional”, afirma la
 agencia.
Entonces surgió el principal escollo: el ambiental.  ¿Qué ocurriría si uno de estos salmones hercúleos 
 con anticongelante se escapara de la piscifactoría?
 ¿Romperían el equilibrio ecológico al imponerse sobre sus primos no modificados genéticamente?
La FDA encargó entonces un análisis de impacto ambiental. Lo terminó el pasado 9 de mayo y, por razones poco

claras pero que, según la prensa de EE UU, pueden tener que ver con la campaña de las presidenciales, 
se publicó el viernes. 
Ahora se abre un  de dos meses para  alegaciones, en la que previsiblemente los ecologistas cargarán
 contra un pez que ya han bautizado como frankenfish.

En su informe, la FDA considera “extremadamente remoto” que algún ejemplar se pueda escapar de las instalaciones 
de Aquabounty: las de la Isla del Príncipe Edward (Canadá), en la que se producen los huevos, o en las granjas 
de Panamá, en las que son cultivados.
Además, en caso de que se produjera un escape, es igualmente “extremadamente remoto” que pudieran criar,
 migrar y colonizar el entorno, según la FDA. Alega que solo se crían hembras y que están esterilizadas, aunque la
 técnica no es fiable al 100%. El informe matiza que solo se pronuncia para estos cultivos y que no implica que
 se pueda extender a cualquier cultivo de salmón transgénico en cualquier condición y en cualquier país.
Una portavoz de Aquabounty señaló ayer en un correo que el pez transgénico fue desarrollado incluso antes de que
 se comercializara la primera planta transgénica y que llevan 17 años de trámites solo en Estados Unidos
. “Este es el pez más estudiado de la historia”, comentó por teléfono una persona próxima a la empresa.
“Estamos encantados de que el informe ambiental sea ya público para alegaciones. Esto supone un gran paso 
adelante hacia la comercialización”, señaló en un correo el consejero delegado de la empresa, Ronald L. Stotish. 
Como la compañía cotiza en Londres, el viernes no dio tiempo a ver la evolución de las acciones. La compañía
 asegura que no puede dar un plazo para la probación, pues ahora hay 60 días para alegaciones al informe 
de la FDA.  En Europa no hay solicitada la aprobación, según la firma.
El salmón no solo es apreciado por su sabor y textura, sino que en los últimos años aumenta la demanda por las
 propiedades cardiosaludables de sus grasas. El 69% del salmón que se consume ya procede de piscifactorías.
La FDA destaca que hay vectores en todo el mundo a favor de la acuicultura y de la biotecnología, ya que la FAO
estima que en 2030 la producción de pescado debería aumentar en 28,8 millones de toneladas de pescado solo 
para mantener el actual consumo por habitante. Y eso con buena parte de los caladeros sobreexplotados.
Pere Puigdomènech, profesor de Investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, explica que no
 está claro que el salmón “se vaya a comercializar muy pronto”. En EE UU, según la normativa vigente, no tendría que
 ser etiquetado como salmón transgénico, pero en Europa sí, lo que dificultaría su comercialización. Puigdomènech 
señala que “el principal problema era ambiental”, ya que “a priori que tenga la hormona del crecimiento de otra 
especie no debe generar problemas para la salud”.
Puigdomènech destaca cómo la percepción ciudadana de los animales transgénicos es peor que la de las plantas: 
“Los animales son más parecidos a nosotros y comer carne transgénica genera más rechazo”. Sin embargo, recuerda
 el precedente de California. En noviembre pasado se celebró un referéndum pare decidir si en este Estado se
obligaba a etiquetar los alimentos transgénicos. Contra pronóstico perdieron los partidarios del sí.
Además del salmón hay más investigación en animales transgénicos, con usos principalmente farmacológicos.
 En 2006, la Agencia Europea del Medicamento aprobó el primer fármaco obtenido a partir de la leche de una cabra
 transgénica. El producto, antitrombina-alfa, es un anticoagulante y fue aprobado para su uso en enfermos con 
deficiencia de antitrombina congénita antes de someterse a una operación.
Por Rafael Méndez
23/12/12
EL PAÍS (España)

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