En los difíciles tiempos actuales de la acuicultura argentina, comparto esta nota del colega Mariano Spinedi, investigador del INIDEP Mar del Plata e integrante de la Asociación Argentina de Acuicultura, que en el portal digital "Dar la palabra" de Tierra del Fuego, conversa sobre uno de los aspectos que deben resolverse al definir un modelo de desarrollo, que es el de la sustentabilidad y el impacto ambiental de una actividad como la acuícola. Mucho ruido ha traído el proyecto estratégico argentino que se desarrollaría en el Canal de Beagle, con críticas de varios lados, entre ellos el del posible impacto ambiental, reforzada la inquietud por las noticias de escapes de millares de peces desde los criaderos de Chile. No es menor la preocupación de ambientalistas, productores de peces y público en general, como no debe serlo para autoridades de aplicación y tomadores de decisiones. Este es un aporte significativo para la discusión, porque pone sobre la mesa alternativas a las formas tradicionales de cría de peces, con el agregado de saber cómo puede terminar la película si no se hacen las cosas bien, como advierte el autor al final de la nota. Y dice mariano:
DEBATE SOBRE
LA EXPLOTACIÓN DEL CANAL BEAGLE
Una alternativa
moderna y sustentable para preservar al Canal Beagle de las salmoneras (Por
Mariano Spinedi)
Podemos criar peces
marinos de manera sustentable, pero quienes toman decisiones de esta
envergadura en la Argentina: ¿conocen a fondo sobre la utilización de las
nuevas tecnologías de cultivo que ha desarrollado la industria acuícola?
·
·
·
En las producciones
agroindustriales modernas es posible conciliar el desarrollo económico y el
social junto con la protección del ambiente, es decir, sustentabilidad
integrada por sus tres componentes esenciales. Siguiendo esta mega tendencia,
la bioeconomía actúa como marco de referencia actual para la cría comercial de
organismos acuáticos (acuicultura). Tenemos en este marco un mejor
aprovechamiento de los recursos que se traduce en una mayor
rentabilidad frente a las economías tradicionales, ya que los desechos
generados por este tipo de producciones no son descartados sino que son
reutilizados como materias primas.
La acuicultura por su parte es una realidad que
llegó para quedarse, representando en la actualidad más del 50 % del
total mundial de la producción de pescados y mariscos, siendo al mismo
tiempo la actividad de mayor crecimiento en el segmento de la agricultura. Es
un hecho seguro y certero que tendrá un crecimiento en volumen sin precedentes,
con una producción adicional de 30 millones de toneladas para el 2030, y de
47,5 millones de toneladas para el 2050.
En esta expansión mundial e inevitable de la
acuicultura, de la cual también formaremos parte, ¿nos posicionaremos como
verdaderos “adoptadores tempranos” haciendo uso de las nuevas tecnologías para
el beneficio colectivo? o ¿seremos los “rezagados”, los dinosaurios, presos
sistemáticos de la repetición de los errores del pasado, adoptando tecnologías
tradicionales ya obsoletas? Para contestar estas preguntas debemos primero
formular otras. Quienes toman decisiones de tamaña envergadura en Argentina
¿saben acerca del potencial de las especies autóctonas con tecnologías de
cultivo ya desarrolladas en Argentina? ¿Saben del impacto irreparable que
provocaría la implementación de una industria tradicional en plena decadencia,
basada en una especie exótica?
Empecemos a definir entonces los conceptos
necesarios para responder a estas cuestiones.
Diferencias entre sistemas
comerciales de producción de peces
Cuando hablamos de piscicultura marina debemos
diferenciar entre los dos sistemas comerciales de cría predominantes utilizados
actualmente, el cultivo tradicional en “Jaulas” en el mar, y
los denominados sistemas “RAS” por su sigla en inglés
para “Sistemas de Recirculación para Acuicultura” ubicados en
tierra firme.
Las jaulas
Las Jaulas son sistemas de contención abierta, en
contacto permanente con la masa de agua circundante, no existe barrera entre
los peces y el ambiente. La posibilidad de contacto con patógenos,
contaminantes, y corrientes de características fatalmente adversas para
los peces, es permanente. Por otro lado el excedente de alimento
balanceado se deposita en el fondo junto con las heces causando el agotamiento
del oxígeno. Además, el amonio y los fosfatos disueltos se liberan al agua en
grandes cantidades y promueven eventos de marea roja catastróficos. También
debemos tener en cuenta las interacciones negativas de este sistema con la
población local de mamíferos marinos. Cada rotura de una jaula se traduce en
escapes de miles de animales de cultivo hacia mar abierto, los cuales pueden impactar
muy negativamente en las poblaciones salvajes de otros peces.
Veamos ahora algunos datos y hechos de esta
industria por el mundo. El uso de antibióticos no se niega en Noruega ni en
Chile (principales productores de salmón), habiéndose comprobado la resistencia
antimicrobiana que ha generado el uso indiscriminado de estas drogas.
La última noticia impactante que tuvo lugar en el
vecino país, ha sido el escape de casi 700.000 salmones recién tratados
con antibiótico y no aptos para consumo de las jaulas de una de las
firmas noruegas más importantes en producción de salmón a nivel mundial.
Debemos destacar que este tipo de eventos no es para nada excepcional, de esta
manera la industria tradicional genera crisis ambientales todos los meses.
Al menos 70% de la industria salmonera chilena se
encontraba en la Región de Los Lagos hasta el 2016, y ya se advertía en aquel
entonces que dichas empresas estaban migrando peligrosamente hacia los
mares australes, escapando de sus propios desastres.
Cada vez son más amplias y frecuentes las
limitaciones regulatorias y ambientales en diferentes países, que hacen de esta
una industria convencional, a la que le resulta imposible cumplir
satisfactoriamente con una demanda creciente a nivel mundial.
Los RAS
En contraposición, tenemos los mencionados sistemas
RAS, integrados por grandes tanques de contención cerrada, donde se
recircula/reutiliza hasta el 99% del agua que fluye a través de las unidades de
cría y filtración, manteniendo los parámetros de calidad de agua en niveles
óptimos de bienestar y crecimiento. Son en la actualidad la solución
clave para una producción de peces a gran escala, ecológicamente sostenible y
rentable al mismo tiempo. Luego de 25 años de desarrollo estamos frente a
la “Tercera generación” de sistemas RAS, los próximos 10 años serán una
etapa de crecimiento exponencial para esta tecnología, es lo que se llama una
verdadera “ventana de oportunidad”.
Los RAS dan la posibilidad de evitar
totalmente el uso de antibióticos u otras drogas y se evitan
escapes, pérdidas y costos de mitigación. Atiende las necesidades del mercado
pudiéndose ubicar en cualquier sitio, y permiten una oferta estable de pescado
de mayor calidad durante todo el año. Los desechos sólidos producto de las
heces se colectan y se deshidratan para luego ser utilizados en la
producción de biogás o como fertilizante agrícola. El efluente rico en nitratos
y fosfatos se utiliza para hacer “acuaponia” y producir vegetales orgánicos
para consumo humano.
Los costos operacionales son ahora comparables y
están próximos o por debajo de los cultivos en jaulas. Los costos capitales
eran relativamente altos para los RAS, sin embargo ya son varias las empresas
que vieron que la escala da una estructura de costos altamente
competitiva. En Chile ya están disminuyendo las pisciculturas
operativas (salmón en jaulas) y aumentando las instalaciones RAS.
Sabemos entonces que existen RAS adecuados para la
producción de salmón de calidad en diferentes partes del mundo, en
funcionamiento y operativos, y otros tantos en etapa de diseño y
construcción, en total armonía con el entorno. Este desarrollo ocurre
vertiginosamente con los números que cierran tanto técnica como
financieramente, y como consecuencia ya se ven nuevos cultivos de otras
especies a escala industrial en RAS. Para el 2020 se espera tener una
producción mundial en estos sistemas de alrededor de las 200.000 t de salmón y
otros peces, otorgando puestos de trabajo, genuinos y sostenidos en el
tiempo.
Entonces, ¿Por qué ir en la dirección
opuesta? ¿Por qué no empezar directamente con RAS en Argentina en lugar
de abrirle la puerta a la producción en jaulas?
Posicionamiento
En Tierra del Fuego, Argentina, se está financiando
con US$ 95.000 a una agencia noruega, para que realice una supuesta evaluación
de factibilidad y nos diga cuantas jaulas pueden poner los noruegos mismos en
el canal Beagle. Ahora bien, esta misma agencia a su vez apoya financieramente
a la empresa Noruega considerada la mayor inversora en la escena internacional
de los mega proyectos RAS totalmente sustentables. Está claro que Noruega sabe
cuál es la dirección a seguir, ¿porque tomar un modelo de producción obsoleto
que ellos mismos están dejando atrás?
Tenemos el privilegio de empezar de
cero, en Argentina no existen a nivel comercial ni las jaulas ni los RAS,
aprovechemos esa ventaja, haciendo las cosas bien desde el principio. Sabiendo
que los costos entre uno y otro son similares, no cabe duda cual sería la
elección, ya que lo que no es similar, es la calidad final del producto y el
grado de impacto ambiental y social.
Por otro lado, irónicamente Argentina en
los últimos años ha desarrollado la tecnología de cultivo de tres especies
nativas de peces marinos, en sistemas RAS. La última es
el pez limón, globalmente conocido como “Yellowtail Kingfish”
o “Hiramasa”, especie que a nivel mundial se empieza a establecer como
alternativa superadora al salmón, con una mejor calidad de carne, un
mayor precio de mercado, y siendo cultivada en plantas RAS con costos
similares. Los tomadores de decisión implicados parecieran desconocer
este desarrollo, en el cual la investigación e innovación realizadas han sido
reconocidas a nivel internacional.
Quienes promovemos el cultivo sustentable, sabemos
que no somos ajenos a la comunidad gastronómica de Chefs y consumidores
conscientes que quieren saber que están comiendo, condenando industrias con
impacto ambiental, y apoyando en cambio los emprendimientos sustentables. En
Tierra del Fuego esta comunidad no es la excepción, y ya se ha
posicionado en contra de las salmoneras.
La provincia de Tierra del Fuego está íntimamente
vinculada al canal Beagle, un mar prístino que sirve de pasaje entre dos
océanos, área de cría para larvas de peces nativos que se protegen entre los
bosques de cachiyuyo, junto con su recurso emblema, la centolla, especie
autóctona, que se viene a degustar a Ushuaia desde todas partes del mundo.
De seguir en la dirección oficial planteada hasta
ahora, Argentina pondría en grave peligro la riqueza única de este ecosistema,
y avanzaría en un modelo acuícola que va a contramano de los países y mercados
del primer mundo, con creciente orientación hacia el consumo orgánico, y que
entienden que la producción intensiva con tecnologías tradicionales implica un
riesgo grave para el ambiente y las poblaciones. Son los países y mercados que
comprenden que “…no se puede hacer ningún negocio en un planeta
muerto…”. Las comunidades científicas de Tierra del Fuego y de nuestro
vecino país, Chile, nos están alertando desesperadamente, tomemos este
privilegio y no hagamos “oídos sordos”.
Tenemos la posibilidad única de desarrollar una
nueva industria en Argentina, tenemos los medios, las capacidades y las
tecnologías desarrolladas a nivel local con especies autóctonas de mayor
valor, preservemos al Beagle, fomentando el uso de estos nuevos
sistemas de producción realmente sustentables.
(*) Biólogo especializado
en el desarrollo de sistemas de cría sustentables para organismos marinos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Pensad: no hagáis lo que no os gusta que os hagan, sobre todo en cuanto a la forma de pensar...