Desde hace varios años se habían venido intentado diversas iniciativas, que ustedes pueden conocer a través de las distintas entradas de este blog. Incluyeron planes estratégicos, conformación de mesas sectoriales, colaboración interministerial, coordinación entre las distintas provincias y el estado nacional, entre otras cuestiones. Se intervino también desde las universidades y el CONICET, fundaciones y Clusters, organizaciones no gubernamentales y actores privados. Se puede pensar, y así lo hacen algunos colegas, que eso no sirvió de mucho, mirando simplemente los números de la producción nacional. Debió haberse hecho otra cosa, dicen los colegas, y tal vez tengan parte de razón. Lo que nunca estuvo allí fue el interés de inversores dispuestos a meterse en la actividad.
A día de hoy, lo construido de esta forma no deja ver resultados concretos positivos y traducibles en toneladas de pescado llegando al mercado (excepción hecha para el pacú). Lo avanzado se puede atribuir a la tozudez de funcionarios que no responden al perfil que dice la nota, a técnicos que se han echado al hombro la tarea de trabajar en condiciones poco favorables y a contrapelo de políticas públicas orientadas a otras cosas, a científicos que siempre creyeron en que lo que hacían aportaba al crecimiento acuícola y a productores e inversores que siguieron apostando a eso. Cada uno de estos actores tiene también sus cuestiones, no vaya a creer que todos somos buenísimos y hermanos de lucha, no...
En fin, aquí les comparto la nota de Artemia Salinas, ojalá sirva para que, cada uno en la realidad que le toca vivir, pueda preguntarse qué hacer...

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