Este Documento Surge a Partir de Reuniones Mantenidas por Miembros de Administración de Parques Nacionales, Universidad Nacional del Comahue, INIBIOMA, Asociación De Pesca y Caza y Asociación y Asociación de Guías de Pesca
Por: Dr. Leonardo M. Buria 1, Dr. Pablo H. Vigliano 2
1 Administración de Parques Nacionales, 2. Universidad Nacional del Comahue
Esta información, sumada a la genuina preocupación de quienes frecuentan los ambientes con motivo de la práctica de pesca, impulso una reunión que coordinó la intendencia del Parque Nacional Nahuel Huapi donde se analizó la temática. Del encuentro participaron personal Jerárquico, Técnico y Guardaparques del PN Nahuel Huapi y Delegación Regional Patagonia de la APN, especialistas en evaluación y manejo de peces de la Universidad Nacional del Comahue, representantes de la Asociación de Guías de Pesca y miembros del Club de Caza y Pesca Nahuel Huapi.
Para entender esta última aseveración hay que considerar diversos aspectos. Entre ellos es importante mencionar que los posibles efectos de la ceniza sobre los peces dependen de la cantidad y características del material que cae en un sitio determinado. En tal sentido las zonas cercanas al punto de erupción y bajo influencia directa del viento recibirán cantidades mayores de material que sitios alejados y así los eventuales efectos son diferentes en el área afectada. Si consideramos la cabecera de la gran cuenca del río Limay y la ceniza caída en sus distintos sectores, vemos que los ambientes cercanos al volcán (ej. Brazo Rincón del Lago Nahuel Huapi y Lago Espejo) han sido más afectados que otros sectores y ambientes cercanos (ej. brazos Blest y Tristeza del Lago Nahuel Huapi y Lago Gutiérrez) donde llegó menos material volcánico. Este patrón se ve claramente también en los arroyos, donde el efecto de las cenizas disminuye rápidamente hacia el Este y Sur de la cuenca.
La situación descripta entre sectores de la misma cuenca implica una disminución de los impactos sobre los peces que, por su alta movilidad, se desplazan y alejan temporalmente de los sitios más afectados a ambientes más estables y menos comprometidos (ej. de arroyos a lagos). La ausencia de mortalidades masivas de peces en la alta cuenca y aun en los sitios más afectados luego de la caída de cenizas apoya lo mencionado arriba.
Adicionalmente, distintos análisis de muestras de peces de varios sitios de la cuenca indican que los mismos se encuentran en muy buen estado sanitario.
También se observó que algunos de los principales sitios de desove del río Limay y de arroyos de la cuenca no se vieron mayormente afectados, comprobándose la presencia de una nutrida población de peces en los mismos.
Si bien no se han registrado efectos significativos sobre los peces desde que se inició la erupción, cabe preguntarse cuál será el efecto a mediano y largo plazo de este evento. Ante esta pregunta debemos considerar algunos de los efectos principales sobre los lagos, ríos y arroyos.
Una de las principales modificaciones en los lagos se halla relacionada con las cenizas depositadas en la superficie del mismo, ya que una parte de estas flota y es eventualmente arrastrada o depositada en las orillas, otra fracción sedimenta hasta el fondo y una tercera fracción entra en suspensión y tardará un tiempo considerable en sedimentar. Esta última es la responsable del cambio de coloración y de la disminución de la transparencia del agua lo que puede tener como principal efecto biológico una disminución de la producción del fitoplancton. Este grupo de organismos es el alimento de base de toda la cadena alimentaria. Es decir es el alimento de los invertebrados y peces pequeños de los que a su vez se alimentan los grandes peces (ej. truchas y percas). Por lo tanto si se mantiene mucho tiempo el sedimento en el agua podría disminuir la producción de fitoplancton afectando a mediano y largo plazo, a toda la cadena alimentaria y disminuyendo la abundancia o la condición de los peces. Sin embargo también hay que considerar que las cenizas volcánicas pueden tener un efecto inverso (fertilizador), por el cual la producción del fitoplancton se puede ver aumentada. De esta forma en varios lagos del hemisferio norte se ha visto un incremento de todos los grupos en años posteriores a erupciones volcánicas,generando aumentos del número y tamaño de algunas especies de peces de valor deportivo.
En relación a los ríos y arroyos el efecto primario negativo sobre los organismos dependerá del continuo arrastre y deposición de cenizas en los fondos. De esta forma la taza de depósito, los volúmenes de ceniza, la velocidad de la corriente, tamaño del cauce, así como la distancia y localización con respecto al centro de emisión serán importantes para atenuar o no el efecto de la ceniza en estos ambientes. Es esperable que en las inmediaciones al sitio de emisión del volcán los ríos y arroyos menores se despueblen temporalmente por migración de peces hasta que los volúmenes de material arrastrado sean menores. También se puede observar en algunos arroyos una aparente merma en las abundancias de algas e invertebrados que requiere mayores estudios para evaluar su evolución ya que de ellos dependen los peces – principalmente los juveniles-. Aunque esto fuese así, es esperable una rápida recuperación de las poblaciones de algas e invertebrados en los arroyos ni bien disminuya el arrastre y el depósito de material con la consecuente recuperación también de las poblaciones de peces.
Por lo expuesto es claro que los efectos de esta erupción sobre las poblaciones de peces de la cuenca del río Limay no representan en la región un fenómeno puntual y que, si bien se puede extender en el tiempo, no se puede predecir en este momento el impacto global -positivo o negativo- para la conservación y las pesquerías recreacionales de la región. Es por
eso que no se deberían implementar supuestas medidas de recuperación de las poblaciones de peces sin que se completen los estudios pertinentes sobre el estado actual y evolución futura de las poblaciones. La implementación de medidas de este tipo tomadas sin evaluación pueden ser contraproducentes para el ambiente y las poblaciones de peces afectando gravemente las pesquerías recreacionales de esta importante cuenca.
La pregunta entonces es: ¿qué hacemos?. En principio es necesario establecer el grado y tipo de efecto para los peces en distintos ambientes y monitorear la evolución de dichas poblaciones en el tiempo. Solo así se podrán establecer medidas de manejo, con probabilidad cierta de éxito, sin desperdiciar recursos en medidas no conducentes y hasta eventualmente adversas para la conservación del recurso.En tal sentido, en la gran cuenca del río Limay hay una serie de planes en marcha donde se están evaluando y monitoreando las poblaciones de peces. Así grupos técnicos y de investigación de la Universidad Nacional del Comahue e INIBIOMA, el CEAN, la Dirección General de Biología Acuática de Neuquén, la Autoridad Interjurisdiccional de Cuencas, el Parque Nacional Nahuel Huapi y la Delegación Regional Patagonia de la APN están desarrollando trabajos en relación a diversas temáticas tales como calidad de aguas, tramas tróficas de lagos y ríos, poblaciones de peces y el impacto de las cenizas sobre distintos componentes. Estos proyectos de corto, mediano y largo plazo brindarán conjuntamente la información necesaria para el correcto manejo de los recursos acuáticos de la región basados en datos sólidos y no en especulaciones y/o aproximaciones no técnicas.
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